Hablamos como escuchamos, escribimos como leemos

Children learn how to talk from the conversations they hear. We learn how to write by… the writing we read! What should a good writer look for in a reading diet?

Hay niños que comienzan a hablar muy pronto en la vida, y otros que se demoran en hacerlo, hasta llegar a preocupar a sus padres. Al margen de que el ritmo de desarrollo en la primera infancia puede variar mucho, lo cierto es que un niño al que se le habla, y que oye hablar a las personas que lo rodean, tiene más opciones de empezar a hablar pronto, o de progresar rápidamente en ese terreno, porque tiene un entorno propicio para practicar y entrenarse en el habla.

Más adelante en la infancia, cuando se están aprendiendo las habilidades de lectura y escritura, a veces se privilegia el “manual de instrucciones” del idioma, y se deja en segundo plano algo equivalente a ese entorno propicio al que me referí hace un momento. Si para hablar, el entorno favorable es el de oír hablar, y sentirse invitado a participar en un diálogo, en el caso de la escritura, el requisito principal es la lectura. Si aprendemos a hablar al oír a otros hablando, los modelos para la escritura se encuentran en lo que leemos. Es por eso por lo que quien no lee, difícilmente puede escribir.

Vale la pena ahondar un poco en lo que abarca ‘escribir’ en esta entrada del blog. No me refiero únicamente a lo que hace un novelista o un poeta, sino al sentido más amplio posible. Quien quiera redactar una carta, debe conocer los parámetros básicos que se usan para ello en cada lengua. Quien vaya a escribir un ensayo breve para un trabajo escolar o universitario necesita haber recibido ciertas pautas sobre lo que es un ensayo, o haber leído otros ensayos de ese tipo. Quien quiera comenzar un blog tiene que leer y explorar otros blogs para enterarse de las convenciones de ese “género” de textos. Incluso, el que tenga que poner un anuncio clasificado por palabras en el periódico debe conocer primero las particularidades básicas de su redacción, para lograr el efecto deseado.

Si nos entusiasma un deporte, muy probablemente vamos a familiarizarnos con sus reglas: cómo se anotan puntos, la manera correcta de golpear la bola, de colocar pies o manos, la disposición de la cancha o terreno de juego. De la misma manera, para escribir, hay que entender las reglas básicas de la escritura. Sin conocer las reglas, no llegaremos muy lejos.

Pero además de reglas o un manual de instrucciones, necesitamos modelos. Los deportistas estudian a otros deportistas. Los músicos oyen grabaciones, y ven videos de los modelos de los cuales quieren aprender. O sea que aprendemos al estudiar la acción: de la práctica del deporte o de la música. En el terreno de la escritura, estudiamos el acto de escribir, a partir de lo que leemos. Aprendemos a hacer un relato de algo con base en relatos ajenos. Aprendemos a hilar argumentos para defender una hipótesis, teniendo como punto de partida la observación de cómo otros apuntalan sus ideas con razones.

Al leer, no solo aprendemos la información que pueda contener el texto. Más importante aún, absorbemos herramientas y parámetros para organizar la información que ya tenemos. Enriquecemos nuestros recursos para narrar lo que nos pasó en el día; o para presentar, exponer y defender un proyecto estudiantil o de trabajo; para redactar un comentario en un foro de discusión en internet; para escribir un email a un cliente.

En una futura entrada abordaré el aspecto que complementa los dos anteriores: el aprendizaje de reglas de escritura, y la adquisición de cierta familiaridad con formas y estilos a través de la lectura. Ese tercer aspecto es la práctica. Por lo pronto, quiero centrarme en el segundo, y defender la importancia de leer para escribir mejor.

Y sé que la pregunta siguiente es: ¿Y entonces, qué leer? Mi respuesta es mucho menos complicada de lo que pueda pensarse. Aunque soy una lectora voraz, no creo que los textos literarios sean los únicos que crean ese entorno propicio para absorber herramientas de escritura. Hay muchos excelentes columnistas y analistas que escriben en los periódicos. Hay reporteros y cronistas con estilos muy definidos y depurados que escriben en revistas, que sirven perfectamente para este propósito que he planteado. Incluso, me atrevo a recomendar la sección deportiva de muchos periódicos de tradición. Estoy firmemente convencida de que las herramientas de escritura y redacción también pueden adquirirse mediante la crónica de fútbol. Pero en todos estos frentes de escritura periodística hay que dejar que nos guíe nuestro olfato como lectores. Hay plumas mejores que otras, y no todas son recomendables como modelos de redacción y estilo. Propongo las siguientes pautas para definir si vale la pena tomar a un determinado periodista como “caja de herramientas de escritura”:

  • Que el texto fluya bien de principio a fin, sin aburrirnos en medio de un párrafo.
  • Que no nos deje con la sensación de que nos faltó información para entender lo que dice, o de que el texto termina en el aire.
  • Que no use palabras y fórmulas vacías que solo sirven para darle al texto pretensiones de valor o prestigio.
  • Que muestre un vocabulario rico y variado. Que en lugar de repetir términos en exceso, sepa usar sinónimos y referencias con estilo.
  • Que aunque no estemos de acuerdo con su punto de vista o sus argumentos, podamos entender cómo apoya sus ideas en esas razones.
  • Que el texto no sea una secuencia de frases inteligentes pero rimbombantes, o de párrafos inconexos que no siguen un hilo claro.
  • Que el artículo tenga un planteamiento, un nudo de elaboración y una conclusión (incluso si es una columna de opinión).

¿Recomendados? Sigo a algunos periodistas latinoamericanos que publican en varios periódicos de la región, y no porque esté de acuerdo con sus posiciones, sino por su forma de escribir. Al igual que me tomo mis vitaminas todos los días, en mi rato de “noticias” leo a uno u otro, dependiendo de sus días de publicación. Aquí están unos cuantos, en orden alfabético:

  • Jorge Barraza (periodista deportivo argentino);
  • John Carlin (periodista británico que escribe también en muy buen español);
  • Juan Gossaín (periodista y escritor colombiano);
  • Leila Guerriero (periodista y escritora argentina);
  • Sergio Muñoz Bata (analista político mexicano radicado en EE.UU.);
  • Sergio Ramírez (analista político y expresidente nicaragüense);
  • Daniel Samper Pizano (periodista y escritor colombiano).

Es posible encontrar artículos de todos ellos en internet, en los sitios web de los periódicos y revistas que los publican. Confieso mi sesgo colombiano, que sabrán disculpar debido a mi origen. Agradeceré propuestas de otros nombres para enriquecer este esbozo de listado, en los comentarios a esta entrada.