La lengua que hablamos y que articula nuestro mundo: sujetos y pronombres

Subject pronouns: We use them differently in English and Spanish. English would be incomprehensible without them, whereas in most cases, in Spanish the conjugations indicate who the subject is. It all comes down to this: each language is a separate array that arranges the world in its own particular way.

Lo primero que recuerdo de mi clase de lingüística en la universidad fue el desconcierto cuando el profesor le preguntó a ese grupo de estudiantes de antropología y filosofía y letras que llenaba el salón “¿Qué es una lengua?”. Digo desconcierto, porque las respuestas fueron más que nada balbuceos, ninguna frase articulada. El profesor despejó la niebla de las dudas con una definición tan clara y evidente que todos quedamos en silencio, oyendo el eco de lo que había dicho: una lengua es un conjunto de palabras, o sea, un vocabulario, y un sistema de normas para articularlas, o sea, una gramática.

Esa definición me bastó y sobró hasta que empecé a enseñar traducción, porque ahí tropecé con huecos. Me parece que los lingüistas casi siempre analizan las lenguas por separado, y pueden pasar por alto aspectos evidentes de las instancias en que hay contacto e interferencia entre dos o más de ellas.

Así que yo le agregaría algo a la definición que recibí en esa primera clase: una lengua es un vocabulario que se articula según una gramática, y constituye una especie de escenario o esquema para organizar el universo. Y cada lengua tiene un esquema diferente, una manera de clasificar seres y fenómenos de formas diversas, aunque algunas tengan bastantes similitudes entre sí.

Un problema frecuente entre quienes aprenden una segunda lengua ya en la adolescencia o más adelante en la vida es pretender que una de las dos lenguas encaje a la fuerza en el esquema de la otra. A veces las lenguas se prestan, en los aspectos semejantes que pueda haber entre ellas, pero muchas veces no. En el campo de la traducción (y también en el terreno de la redacción), esa tendencia a forzar una lengua para encajar en el esquema de otra es el origen de la falta de naturalidad de un texto. En otras palabras, esa sensación de que, aunque el texto esté escrito en español, vemos el inglés que hay tras él. Está “pensado” en inglés. O viceversa. Y sucede en cualquier otro par de lenguas.

Lo anterior no es más que un punto de partida, y muy probablemente en futuras entradas de este blog volveré sobre esta idea del esquema o tablero para organizar el universo que es propio de cada lengua y a la incapacidad de salir de un esquema para entrar en el otro al pasar de una lengua a otra. Por el momento, me referiré a una de las principales fallas que he notado entre mis estudiantes de traducción y en las traducciones que reviso, además de observarla como lectora en las noticias traducidas del inglés.

La falla en cuestión es la reiteración innecesaria del sujeto en sucesivas oraciones, a partir de los parámetros del inglés. ¿A qué me refiero con eso? A que en inglés, cada nueva oración de un texto tiene que tener un sujeto, ya sea en la forma de un nombre propio, un sustantivo o un pronombre. Examinemos por ejemplo este breve pasaje con el que me topé buscando material para mis cursos, en la entrada de la Encyclopaedia Britannica sobre Etienne Dolet, famoso traductor y humanista del Renacimiento:

He was banished from the University of Toulouse and moved to Lyon, where for a time he was imprisoned for the justifiable homicide of a painter; he was released by royal pardon[i].

En una sola oración compuesta, con una oración subordinada, el mismo pronombre aparece tres veces. Si no estuviera ahí, el lector podría confundirse pensando en cuál es el sujeto de la oración. Resultaría incomprensible si no hubiera pronombres o si no apareciera el nombre de Dolet.

A continuación está mi versión en español:

Tras ser expulsado de la Universidad de Toulouse, se mudó a Lyon, donde estuvo encarcelado por un tiempo a causa del homicidio en defensa propia de un pintor; fue indultado por el rey.

Conseguí volcar la oración al español sin usar pronombres ni el nombre de Dolet sin que por ello resulte ambigua. El español tiene una característica que nos permite hacer estas maromas: los verbos tienen desinencias o partículas que indican la persona gramatical, el número y el tiempo verbal. En esta oración, los verbos que se refieren al sujeto (mudó, estuvo, fue indultado) están todos en tercera persona del singular y en pretérito indefinido. En términos sencillos, nos indican que el sujeto puede ser únicamente un él o una ella, y que los eventos transcurrieron en el pasado, una sola vez, y ya concluyeron. De manera que el verbo por sí solo establece un nexo con el sujeto de la oración y nos da una pista para no perdernos.

El otro rasgo del español que nos ayuda aquí es el “se” que actúa como una flecha que señala quién ejecutó la acción, y que nos ayuda a atribuir la acción a un sujeto que se mencionó antes, un antecedente. Si necesitáramos usar otra persona gramatical en un caso como este, en lugar del “se” tendríamos “me”, “te” o “nos”.

Podemos jugar a hacer una versión diferente, sin las maromas para evitar cualquier pronombre o sustantivo que actúe como sujeto:

Dolet fue expulsado de la Universidad de Toulouse, y luego se mudó a Lyon, donde estuvo encarcelado por un tiempo a causa del homicidio en defensa propia de un pintor; fue indultado por el rey.

Y a pesar de esforzarme por buscar dónde acomodar un sujeto explícito (y no tácito, como en el primer ejemplo), no consigo hacerlo sino una sola vez. Insertarlo de nuevo sería redundante, pero veamos:

Dolet fue expulsado de la Universidad de Toulouse, y luego se mudó a Lyon, donde estuvo encarcelado por un tiempo a causa del homicidio en defensa propia de un pintor; él fue indultado por el rey.

Quien quiera que lea ese texto no tendrá duda de que el sujeto del indulto es el mismo acusado de homicidio, encarcelado fugazmente, expulsado de la Universidad de Toulouse y radicado en Lyon. Por lo tanto, el ‘él’ de la última oración subordinada es innecesario. Basta y sobra con el primer y único sujeto explícito de esta oración compuesta.

Los verbos con desinencias de persona, número y tiempo, que constituyen una de las características que hacen del español un idioma mucho más difícil de aprender que el inglés, son precisamente lo que nos permite a los lectores rastrear el sujeto de la oración sin necesidad de usar pronombres. En otras palabras, son la razón por la cual podemos construir oraciones con sujeto tácito. Los verbos mismos nos indican de quién estamos hablando.

Claro, si en el texto apareciera otro sujeto que hiciera ambigua la atribución del referente del verbo, habría que reiterar cuál de los dos es el sujeto en un caso dado. Por ejemplo (texto manipulado por mí):

Dolet fue expulsado de la Universidad de Toulouse, y luego se mudó a Lyon, ciudad donde residía su hermano. Este traductor y humanista francés estuvo encarcelado por un tiempo a causa del homicidio en defensa propia de un pintor, pero fue indultado por el rey.

Y en este caso se ve uno de los parámetros estilísticos del español. Quizás porque ciertas características como las desinencias verbales nos acostumbran a que la reiteración es redundancia, repetir el sujeto, incluso cuando se hace en pos de la claridad, se convierte en una falla de estilo. Es ahí cuando echamos mano de sinónimos, o de maneras diferentes de decir lo mismo. En el ejemplo anterior, como en la segunda oración necesitaba aclarar si el encarcelado era Dolet o su hermano, el sujeto debía ser explícito. Pero como ‘Dolet’ aparecía en el renglón anterior, repetirlo hubiera sido un error de estilo. ¿Podría usar ‘él’? En este caso no, porque seguía siendo ambiguo para el lector. Ese ‘él’ podía ser Dolet o su hermano. Así que necesitaba otra manera de referirme a Dolet. Escogí ‘este traductor y humanista francés’, pero es apenas una opción entre muchas posibles.

Abordé la explicación de este aspecto del español a través de la traducción porque de esa manera se ilustra la diferencia entre esta lengua y el inglés, y queda clara la necesidad de mantener cada una en un compartimento separado, incluso cuando traducimos. De lo contrario, nos estaríamos expresando en una “interlengua”, con palabras de un idioma y estructuras de otro. A continuación, un ejemplo más largo pero real, tomado de una traducción mía, publicada en Estados Unidos y en República Dominicana.

En el texto original señalo en negrita el sujeto de las oraciones. En la traducción señalo en negrita los sujetos explícitos, y en subrayado los verbos principales de las oraciones con sujeto tácito, que corresponden a las oraciones del original en las que no es necesario reiterar el sujeto.

Original (inglés)
Julia Alvarez, How the García Girls Lost Their Accents. p. 239
Traducción (español)
Julia Alvarez, De cómo las muchachas García perdieron el acento. p. 247.
Doña Charito took the lot of us native children in hand Saturday mornings nine to twelve top ut Art into us like Jesus into the heathen. She was an Islander only by her marriage to Don José. She herself was cultured and from some place over in Germany and had been to the grand museums of Europe to look Art in the face. She had touched with the hand she held up to us the cool limbs of the marble boys, and those short blunt fingers had been shot through with artistic talent. There was no arguing with Doña Charito over the color of vermilion coral in the umber depths of the aquamarine oceans. She grappled the brush from your hand and showed you how, all the while barking instructions in her gutural Spanish, which made you feel that you were mispronouncing your native tongue because you did not speak it with her heavy German accent.Doña Charito nos acogía a todas, ese grupo de niñas criollas, los sábados de nueve a doce, para tomarnos de la mano y llenarnos de arte, como hizo Jesús al despertar la fe en los paganos. Era isleña nada más por el hecho de haberse casado con don José. Era una mujer culta, proveniente de algún lugar de Alemania, y había visitado todos los grandes museos de Europa para conocer el arte cara a cara. Había tocado las frías extremidades de los niños de mármol con las mismas manos que luego alargaba para saludarnos, y esos dedos cortos estaban imbuidos de talento artístico. No tenía caso discutir con doña Charito sobre el color bermellón del coral en las umbrosas profundidades del océano aguamarina. Tomaba el pincel de nuestra mano y nos mostraba cómo sostenerlos, mientras ladraba instrucciones en su español gutural, que nos hacía sentir como si no pronunciáramos bien nuestra propia lengua materna porque no la hablábamos con su marcado acento alemán.

El español, a diferencia del inglés, no solo nos permite omitir el sujeto cuando resulta evidente quién ejecuta la acción o a quién se refiere el verbo, sino que nos invita a usar sinónimos o maneras alternativas para referirnos a un sujeto que ya se ha mencionado, con tal de que no haya redundancia ni exceso de repetición interna. A partir de eso podríamos plantear interesantes hipótesis sobre los distintos niveles de inferencia que implica un texto por parte del lector en una lengua o en otra. Pero ya sería otro tema, que habrá que dejar para que lo tome algún investigador.

[i] http://www.britannica.com/biography/Etienne-Dolet. Consultado el 23/06/2016.

[ii] Alvarez, Julia. How the García Girls Lost Their Accents . Nueva York: Plume. 1991.

[iii] Alvarez, Julia. De cómo las muchachas García perdieron el acento. Nueva York: Vintage Español, y  Santo Domingo: Alfaguara. 2007. Traducción de Mercedes Guhl.